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Declaración de fe y doctrina

Por qué creemos que las Santas Escrituras son la Palabra inspirada?, infalible e inerrante de Dios, sólo ella será la base y la autoridad para contestar todas las preguntas en cuanto al propósito, estructura y función de la Iglesia. Las creencias siguientes no son negociables y son la base de todo lo que creemos.

Por qué es nuestro deseo ser bíblicos en cada aspecto de nuestras vidas, y nuestros propósitos, métodos y metas tienen que provenir de la enseñanza de las Santas Escrituras?; rechazamos el concepto moderno que las metas bíblicas pueden ser alcanzadas por los métodos de los hombres. Deseamos enfocarnos en la predicación apasionada de las grandes doctrinas de la Escritura que son tan descuidadas en la Iglesia hoy en día. Estamos convencidos que ninguna doctrina está más descuidada y malinterpretada que la doctrina de la conversión. La fácil creencia, el decisionismo, invitaciones manipuladoras y oraciones vanas, han remplazado la sana predicación del Evangelio, que consiste en llamar a los pecadores a que se arrepientan y crean. El resultado de esto es una iglesia incrédula y una membrecía numerosa.

Distintivos

Completamente bíblica

Es nuestro deseo ser totalmente Bíblicos en cada aspecto de nuestras vidas. Nuestro propósito, nuestros métodos y nuestras metas tienen que provenir de las enseñanzas de las Santas Escrituras. Rechazamos la idea moderna que las metas bíblicas pueden ser alcanzadas por métodos de hombres. Nuestra Teología determina nuestra metodología.

Predicación expositiva

El asunto más importante en la Iglesia del Señor es la predicación de la palabra de Dios en el poder del Espíritu (2 Ti. 3:16; 4:2). El predicador tiene que ser bíblico en toda su exposición. Debe evitar la tentación de usar la Escritura para apoyar un mensaje que se centre en el hombre o que es relevante a la cultura. El texto Bíblico debe ser predicado exegéticamente en su contexto histórico y gramático, con una correcta aplicación para el día de hoy. El púlpito es indispensable para el crecimiento de la Iglesia en conocimiento, santidad y amor. No puede y no debe ser reemplazado o disminuido.

Conversión bíblica y seguridad

El entendimiento Bíblico de la regeneración y conversión ha sido pervertido por la iglesia moderna. La verdadera salvación requiere escuchar el Evangelio acompañado por la obra sobrenatural del Espíritu Santo, y no por una mera decisión del hombre (Jn. 3:1-8; Ef. 2:5; 2 Ti. 1:9; Tit. 3:5; Ez. 36:26).

Esta obra sobrenatural, llamada regeneración, produce arrepentimiento hacia nuestro pecado y un cambio de actitud hacia Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo (Hch. 20:20-21). El creyente verdadero persevera en fidelidad (Fil 1:6; Mt. 7:16-20). Esta perseverancia es la evidencia para su seguridad. El hombre que ande en un estado según la carne, sin disciplina Divina, no puede tener seguridad de salvación (He. 12:8) no importa cuánto confiese su fidelidad a Cristo.

Evangelismo Bíblico

Es la responsabilidad de cada creyente evangelizar (testificar) a los incrédulos. No estamos de acuerdo con el anti-evangelismo híper-calvinista, ni con el decisionismo (fe facilista).

Somos llamados a predicar el Evangelio a toda criatura, y a implorar que todos los hombres procedan al arrepentimiento y crean. Creemos que cualquiera que cree en Cristo será salvo. Al mismo tiempo, reconocemos que ni el arrepentimiento ni la fe pueden ser labrados por medio de la manipulación de la emoción o el coaccionamiento de la voluntad. Éstos sólo son el resultado de la obra sobrenatural del Espíritu Santo.

Familia

La familia es la primera institución ordenada por Dios, y como tal, Dios ha planeado su estructura y los roles a cumplir. La familia está estructurada por una cabeza o líder que es el esposo, una compañera y ayuda idónea en sujeción, que es la esposa, y los hijos, quienes son responsables ante los padres. Los padres han sido llamados a enseñar a sus hijos a amar y temer a Dios según el Evangelio, y a vivir según su palabra en el contexto familiar, para que aprendan a ser cristianos maduros y productivos, quienes también transmitirán el Evangelio a las demás generaciones.

Doctrina

Introducción

La siguiente declaración de fe es un extracto de lo que creemos. Está expresada en una forma general y no es detallada ni específica, con el propósito de que sea entendida con facilidad.

Solamente las Santas Escrituras son y deben ser la principal autoridad en todos los asuntos de fe, orden, moral y práctica.

Las Santas Escrituras son nuestra única regla infalible y verdadera para todo conocimiento salvífico, fe y obediencia. Pero reconocemos la necesidad de sistematizar esas enseñanzas de modo que podamos dar una expresión comprensiva de las doctrinas contenidas en las Santas Escrituras.

Declaramos que nuestra doctrina se expresa en forma general, verdadera y es claramente presentada en los artículos expuestos de la Confesión Bautista de Fe de 1689. Este documento histórico, es para nosotros un excelente resumen de aquellas cosas creídas entre nosotros, y encontraremos en ella una asistencia en momentos de controversia, una confirmación de fe y un medio de edificación en justicia.

Esta confesión reconoce a las Santas Escrituras como la principal autoridad, cuya verdad está claramente establecida en la Confesión Bautista de Fe de 1689.

I. Las Escrituras

Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento fueron dadas por la inspiración de Dios, y son la única regla suficiente, segura/infalible y autorizada de todo el conocimiento salvífico, fe y obediencia.

II. Dios

Hay un solo Dios, el Creador, Sustentador y Soberano de todas las cosas, que tiene en su ser todas las perfecciones, y siendo infinito en todas ellas. Él merece el amor, reverencia y obediencia más alta de todas sus criaturas.

III. La Trinidad

Las Escrituras nos revelan a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo, cada uno con atributos personales distintivos, pero sin la división de la naturaleza, de la esencia o del ser.

IV. Providencia

Dios, desde la eternidad, decreta o permite todas las cosas que suceden, y perpetuamente mantiene, dirige y gobierna a todas las criaturas y todos los acontecimientos, pero de una manera que no es el autor del pecado ni lo aprueba, ni destruye la voluntad y la responsabilidad libre de las criaturas inteligentes.

V. Elección

Elección es la obra eterna e incondicional de Dios de escoger algunas personas para la vida eterna, no a causa del mérito previsto en ellas, sino por su mera misericordia en Cristo; en consecuencia, Él llama, justifica, santifica y glorifica.

VI. La caída del hombre

Dios creó originalmente al hombre a su propia imagen, y libre de pecado; pero, por la tentación de Satanás, quebrantó el mandato de Dios y cayó de su santidad y justicia originales; por lo cual su posteridad (descendencia) hereda una naturaleza corrupta y opuesta completamente a Dios y a su ley, y está bajo condenación; y tan pronto como sea capaz de acción moral, se convierte en transgresor real (hacedor de maldad).

VII. El mediador

Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, es el mediador divinamente designado entre Dios y el hombre. Habiendo tomado sobre sí mismo la naturaleza humana, aún sin pecado, cumplió perfectamente la Ley, sufrió y murió sobre la cruz para la salvación de los pecadores. Fue sepultado y resucitó al tercer día, y ascendió a su padre, a cuya diestra Él siempre vive para interceder por su pueblo. Él es el único mediador, profeta, sacerdote y rey de la Iglesia y soberano del universo.

VIII. Regeneración

Regeneración es un cambio del corazón, labrado por el Espíritu Santo, que hace nacer de nuevo a los que están muertos en delitos y pecados, aclara sus mentes espiritualmente para entender la palabra de Dios, renovando su naturaleza entera, de modo que ellos amen y practiquen en santidad la verdad de Dios. Es totalmente una obra sobrenatural de Dios y de gracia especial.

IX. Arrepentimiento

Arrepentimiento es una gracia divina donde una persona, por el Espíritu Santo, es hecho consciente de la corrupción de su pecado, para que se humille con un dolor piadoso, detestando el pecado, y aborreciéndose a sí mismo, con el propósito y deseo de andar delante de Dios para satisfacerlo en todas las cosas.

X. Fe

Fe salvadora es la creencia en la autoridad de Dios, de cualquier cosa que se revela en su palabra con respecto a Cristo; aceptando y confiando solamente en Él para la justificación y la vida eterna. Es labrada en el corazón por el Espíritu Santo, y es acompañada por el resto de la gracia salvadora y conduce a una vida de santidad.

XI. Justificación

Justificación es la absolución gratuita y completa de Dios a los pecadores que creen en Cristo, de todo el pecado, y es solo por medio de la satisfacción que Cristo hizo; no es dada como resultado de alguna obra en ellos o hecha por ellos, sino a causa de la obediencia y la satisfacción de Cristo, recibiendo ellos su justicia por la fe cuando confían en Él.

XII. Santificación

Los que han sido regenerados también son santificados por la palabra y espíritu de Dios que vive en ellos. Esta santificación es progresiva y es a través del suministro del poder divino que todos los santos buscan obtener, deseando vivir una vida celestial en obediencia voluntaria a todos los mandamientos de Cristo.

XIII. Perseverancia de los Santos

Aquellos que Dios ha aceptado en el amado, y santificado por su espíritu, nunca caerán ni totalmente, ni finalmente del estado de gracia, sino ciertamente perseverarán hasta el fin; y aunque tal vez puedan caer por negligencia y tentación en el pecado, contristando al Espíritu, deteriorando sus gracias y bendiciones, trayendo reprobación sobre la Iglesia y juicios temporales sobre ellos mismos, todavía serán renovados nuevamente para el arrepentimiento, y serán guardados por el poder de Dios a través de la fe para la salvación.

XIV. La Iglesia

El Señor Jesús es la cabeza de la Iglesia, que se compone de todos sus discípulos verdaderos, y en Él es investido supremamente todo poder para el gobierno de la Iglesia. Según su mandamiento, los cristianos deben asociarse en sociedades o Iglesias particulares, y a cada una de estas Iglesias Él ha dado y designado la autoridad necesaria para administrar el orden, disciplina y adoración. Los oficiales regulares de una Iglesia son Pastores (Obispos o Cuerpo Pastoral) y Diáconos.

XV. El Bautismo

El Bautismo es una ordenanza del Señor Jesús, obligatoria para cada creyente, en el cual Él es sumergido en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como una señal de su identificación con la muerte y resurrección de Cristo, de la remisión de pecados y de su entrega a Dios para vivir y andar en vida nueva.

XVI. La cena del Señor

La cena del Señor es una ordenanza de nuestro Señor Jesucristo, y debe ser administrada con pan y vino, según nos ordenó, para ser observada por la Iglesia de Cristo hasta el fin del mundo. En ningún sentido es un sacrificio, sino que está diseñada para conmemorar su muerte, confirmar la fe de los cristianos y servir de enlace, compromiso y renovación de la comunión con Él y con la Iglesia.

XVII. Día del Señor

La Iglesia del Nuevo Testamento nos da el ejemplo de reunirse en el día del Señor (Domingo) para la lectura y enseñanza de la palabra de Dios, adoración, oración y ánimo mutuo, estimulándonos unos a otros para el amor y las buenas obras. Es apropiado observar el Día del Señor como una celebración de la resurrección y redención de su pueblo.

XVIII. Libertad de la conciencia

Solamente Dios es Señor de la conciencia, y Él la ha dejado libre de las doctrinas y mandamientos de hombres, que son contrarias a su palabra o que no están contenidas en ella. Las autoridades civiles, siendo ordenadas por Dios, deben ser temidas por nosotros en el Señor, sometiéndonos en todas las cosas legales ordenadas por ellas, no solamente por temor al castigo, sino también por motivos de conciencia.

XIX. La Resurrección

Los cuerpos de los hombres después de la muerte vuelven al polvo, pero sus espíritus vuelven inmediatamente a Dios; los justos para descansar con Él; el impío, para ser reservado bajo oscuridad hasta el juicio final. En el último día, los cuerpos de todos los muertos, justos e injustos, serán resucitados.

XX. El juicio y castigo

Dios ha designado un día en el cual Él juzgará al mundo por medio de Jesucristo, todas las personas comparecerán ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de sus pensamientos, palabras y acciones, y para recibir conforme a lo que hayan hecho mientras estaban en el cuerpo, sea bueno o malo; el impío entrará al castigo eterno; y el justo a la vida eterna.

Dios en su infinita justicia ha creado y preparado un lugar de eterna perdición y sufrimiento para el diablo y sus ángeles, donde el impío también será lanzado por toda la eternidad, sin ninguna esperanza de redención, por haber rechazado la salvación ofrecida en Cristo Jesús.

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